miércoles, 31 de diciembre de 2008

EL CUENTO DE ESTA SEMANA SE LLAMA: Los gatos de Ulthar...



Se dice que en Ulthar, que se encuentra más allá del río Skai, ningún hombre puede matar a un gato; y ciertamente lo puedo creer mientras contemplo a aquel que descansa ronroneando frente al fuego.
Porque el gato es críptico, y cercano a aquellas cosas extrañas que el hombre no puede ver. Es el alma del antiguo Egipto, y el portador de historias de ciudades olvidadas en Meroe y Ophir. Es pariente de los señores de la selva, y heredero de los secretos de la remota y siniestra Africa. La Esfinge es su prima, y él habla su idioma; pero es más antiguo que la Esfinge y recuerda aquello que ella ha olvidado.
En Ulthar, antes de que los ciudadanos prohibieran la matanza de los gatos, vivía un viejo campesino y su esposa, quienes se deleitaban en atrapar y asesinar a los gatos de los vecinos. Por qué lo
hacían, no lo sé; excepto que muchos odian la voz del gato en la noche, y les parece mal que los
gatos corran furtivamente por patios y jardines al atardecer. Pero cualquiera fuera la razón, este viejo
y su mujer se deleitaban atrapando y matando a cada gato que se acercara a su cabaña; y, a partir de
los ruidos que se escuchaban después de anochecer, varios lugareños imaginaban que la manera de
asesinarlos era extremadamente peculiar. Pero los aldeanos no discutían estas cosas con el viejo y
su mujer; debido a la expresión habitual de sus marchitos rostros, y porque su cabaña era tan
pequeña y estaba tan oscuramente escondida bajo unos desparramados robles en un descuidado
patio trasero. La verdad era, que por más que los dueños de los gatos odiaran a estas extrañas
personas, les temían más; y, en vez de confrontarlos como asesinos brutales, solamente tenían
cuidado de que ninguna mascota o ratonero apreciado, fuera a desviarse hacia la remota cabaña,
bajo los oscuros árboles. Cuando por algún inevitable descuido algún gato era perdido de vista, y se
escuchaban ruidos después del anochecer, el perdedor se lamentaría impotente; o se consolaría
agradeciendo al Destino que no era uno de sus hijos el que de esa manera había desaparecido. Pues
la gente de Ulthar era simple, y no sabían de dónde vinieron todos los gatos.
Un día, una caravana de extraños peregrinos procedentes del Sur entró a las estrechas y
empedradas calles de Ulthar. Oscuros eran aquellos peregrinos, y diferentes a los otros vagabundos
que pasaban por la ciudad dos veces al año. En el mercado vieron la fortuna a cambio de plata, y
compraron alegres cuentas a los mercaderes. Cuál era la tierra de estos peregrinos, nadie podía
decirlo; pero se les vio entregados a extrañas oraciones, y que habían pintado en los costados de sus
carros extrañas figuras, de cuerpos humanos con cabezas de gatos, águilas, carneros y leones. Y el
líder de la caravana llevaba un tocado con dos cuernos, y un curioso disco entre los cuernos.
En esta singular caravana había un niño pequeño sin padre ni madre, sino con sólo un gatito negro a
quien cuidar. La plaga no había sido generosa con él, mas le había dejado esta pequeña y peluda
cosa para mitigar su dolor; y cuando uno es muy joven, uno puede encontrar un gran alivio en las
vivaces travesuras de un gatito negro. De esta forma, el niño, al que la gente oscura llamaba Menes,
sonreía más frecuentemente de lo que lloraba mientras se sentaba jugando con su gracioso gatito en
los escalones de un carro pintado de manera extraña.
Durante la tercera mañana de estadía de los peregrinos en Ulthar, Menes no pudo encontrar a su
gatito; y mientras sollozaba en voz alta en el mercado, ciertos aldeanos le contaron del viejo y su
mujer, y de los ruidos escuchados por la noche. Y al es escuchar esto, sus sollozos dieron paso a la
reflexión, y finalmente a la oración. Estiró sus brazos hacia el sol y rezó, en un idioma que ningún
aldeano pudo entender; aunque no se esforzaron mucho en hacerlo, pues su atención fue absorbida
por el cielo y por las formas extrañas que las nubes estaban asumiendo. Esto era muy peculiar, pues
mientras el pequeño niño pronunciaba su petición, parecían formarse arriba las figuras sombrías y
nebulosas de cosas exóticas; de criaturas híbridas coronadas con discos de costados astados. La
naturaleza está llena de ilusiones como esa para impresionar al imaginativo.

Aquella noche los errantes dejaron Ulthar, y no fueron vistos nunca más. Y los dueños de casa se
preocuparon al darse cuenta que en toda la villa, no había ningún gato. De cada hogar el gato familiar
había desaparecido; los gatos pequeños y los grandes, negros, grises, rayados, amarillos y blancos.
Kranon el Anciano, el burgomaestre, juró que la gente siniestra se había llevado a los gatos como
venganza por la muerte del gatito de Menes, y maldijo a la caravana y al pequeño niño. Pero Nith, el
enjuto notario, declaró que el viejo campesino y su esposa eran probablemente los más sospechosos;
pues su odio por los gatos era notorio y, con creces, descarado. Pese a esto, nadie osó a quejarse
ante la dupla siniestra; a pesar de que Atal, el hijo del posadero, juró que había visto a todos los gatos
de Ulthar al atardecer en aquel patio maldito bajo los árboles, caminando en círculos lenta y
solemnemente alrededor de la cabaña, dos en una línea, como realizando algún rito de las bestias,
del que nada se ha oído. Los aldeanos no supieron cuánto creer de un niño tan pequeño; y aunque
temían que el malvado par había hechizado a los gatos hacia su muerte, preferían no confrontar al
viejo campesino hasta encontrárselo afuera de su oscuro y repelente patio.
De este modo, Ulthar se durmió, en un infructuoso enfado; y cuando la gente despertó al amanecer -
¡He aquí que cada gato estaba de vuelta en su acostumbrado fogón! Grandes y pequeños, negros,
grises, rayados, amarillos y blancos, ninguno faltaba. Aparecieron muy brillantes y gordos, y sonoros
con ronroneante satisfacción. Los ciudadanos comentaban unos con otros sobre el suceso, y se
maravillaban no poco. Kranon el Anciano nuevamente insistió que era la gente siniestra quien se los
había llevado, puesto que los gatos no volvían con vida de la cabaña del viejo y su mujer. Pero todos
estuvieron de acuerdo en una cosa: que la negativa de todos los gatos a comer sus porciones de
carne o a beber de sus platillos de leche, era extremadamente curiosa. Y durante dos d ías enteros los
gatos de Ulthar, brillantes y lánguidos, no tocaron su comida, sino que solamente dormitaron ante el
fuego o bajo el sol.
Pasó una semana entera antes de que los aldeanos notaran que, en la cabaña bajo los árboles, no se
prendían luces al atardecer. Luego, en enjuto Nith recalcó que nadie había visto al viejo y a su mujer
desde la noche en que los gatos estuvieron fuera. La semana siguiente, el burgomaestre decidió
vencer sus miedos y llamar a la silenciosa morada, como un asunto del deber, aunque fue cuidadoso
de llevar consigo, como testigos, a Shang, el herrero, y a Thul, el cortador de piedras. Y cuando
hubieron echado abajo la frágil puerta sólo encontraron lo siguiente: dos esqueletos humanos
limpiamente descarnados sobre el suelo de tierra, y una variedad de singulares insectos
arrastrándose por las esquinas sombrías.
Posteriormente hubo mucho que comentar entre los ciudadanos de Ulthar. Zath, el forense, discutió largamente con Nith, el enjuto notario; y Kranon y Shang y Thul fueron abrumados con preguntas.
Incluso el pequeño Atal, el hijo del posadero, fue detenidamente interrogado y, como recompensa, le
dieron una fruta confitada. Hablaron del viejo campesino y su esposa, de la caravana de siniestros
peregrinos, del pequeño Menes y de su gatito negro, de la oración de Menes y del cielo durante
aquella plegaria, de los actos de los gatos la noche en que se fue la caravana, o de lo que luego se
encontró en la cabaña bajo los árboles, en aquel repugnante patio.
Y, finalmente, los ciudadanos aprobaron aquella extraordinaria ley, la que es referida por los
mercaderes en Hatheg y discutida por los viajeros en Nir, a saber, que en Ulthar ningún hombre
puede matar a un gato.

domingo, 14 de diciembre de 2008

casi fin de mi semestre :)

pues solo me faltan estas jorobitas en mi agenda y ya se fue mi penúltimo semestre en la unidad académica de derecho... me faltan

*8 de enero: entrega de 4 expedientes de derecho laboral, a esta fecha apenas llevo 1 -_-´

* 12 de enero: entrega de el trabajo de derecho a la seguridad social y consiste en solo hablar de lo que expuse y que se refiere al tema de la queja administrativa y el recurso de inconformidad... y sha!!!

puuuuuuuuuta ya quiero saliiiiiir ya no soporto la maldita escuela.... me iré a argentina en abril :)